Después de lo visto esta noche en Son Moix albergo serias sospechas de que el vestuario no quiere a Joaquín Caparrós. Es imposible que profesionales como estos rindan a este nivel. Serra Ferrer debe encerrarse mañana mismo con ellos en el vestuario y preguntarles a la cara si lo que quieren es un cambio de entrenador. Y si es así, hay que obrar en consecuencia, porque es evidente que por este camino el Mallorca va directo a Segunda División.
Un día más, el equipo hizo el más espantoso de los ridículos. No quiero señalar a nadie porque todos estuvieron a un nivel bajísimo, y de eso sacó provecho el Sevilla, que marcó cinco goles como pudo haber conseguido veinte, ante la ira de los pocos aficionados que se dieron cita en la grada, y que tuvieron que soportar una humillación de primer nivel. Negredo, rematando un córner de cabeza en el área pequeña, hizo el 0-1 y a partir de ahí, como sucedió en Valencia, el equipo se hundió. De nuevo Negredo, Medel y en la segunda parte Botía y Luna certificaron el castigo al que fue sometido el equipo de Caparrós. Para colmo, Gio falló un penalty en el último minuto de la primera parte.
Vienen por delante 48 horas dificilísimas. Repito que creo que Serra Ferrer debe actuar de inmediato. No puede ser que un equipo pase en sólo tres meses de ser segundo a convertirse en un guiñapo. Alguna razón debe haber para ello, y es misión del director deportivo averigüarlo cuanto antes. Antes de que sea tarde.
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